Perspectivas del orbe  viajando en bicicleta.

Transcantabrica-2020-Dia-2-Ason-4 (Pequeño)

TRANSCANTÁBRICA 2020. Día 2. Medina de Pomar – Liérganes

La jornada amanece clara y soleada. Cielo despejado, buena temperatura, calor moderado. Es este unos de esos días de septiembre en los que la estación más cálida del año da sus últimos coletazos sin perder su cualidad esencial. El día sabe a verano.

Recogemos nuestros enseres y tras tomar un café y despedirnos de los regentes de la pensión, levamos anclas. La etapa se presenta interesante, empezamos ya sí con nuestra quebrada ruta salpicada de pasos de montaña. Por delante, en lo que respecta al día de hoy, la idea es subir el portillo de la Sía por su vertiente sur, la burgalesa, para entrar en Cantabria y enlazar con la collada de Asón, otro clásico, y continuar bajando dirección Arredondo, donde depende de cómo vayamos seguiremos por el puerto de Alisas para terminar tras su descenso en Liérganes o alrededores. Habrá que ver cómo se va desarrollando la jornada. Las primeras etapas de los viajes, sobre todo cuando empiezan a haber puertos de entidad, son una incógnita, hace falta tomarle el pulso a las distancias, pendientes y tiempos de ascensión. Con el paso de los días, la percepción se hace más fina y se gana precisión cuando al emprender el camino se estima una hora y un lugar de llegada. También, por lo que a nuestra experiencia respecta, al principio se va con demasiado respeto, soliendo ser habitual que al final den para más de lo que prudentemente se planifica en un primer momento. Veremos.

Las primeras pedaladas las damos por un terreno llano que pica para arriba, por la carretera que sale de Medina dirección norte, de buena factura y ancha calzada. Tras unos ochos kilómetros por esta N-629, cogemos a mano izquierda un desvío que nos introduce en una carretera comarcal que supone todo un cambio en las sensaciones. La estrechez de la vía y su poco tráfico hace que empecemos a gozar plenamente del placer del cicloturismo. Las vistas y estampas que nos ofrece el recorrido son de gran encanto y atractivo, discurriendo la carretera por el corazón del norte de la comarca de las Merindades. A poco de coger la nueva carretera pasamos por Bárcena de Pienza, y en breve llegamos tras coronar un corto repecho a la localidad de Baranda. Cruzamos la travesía del pueblo, que es parte de una carretera regional secundaria, y enlazamos con otra comarcal que lleva hasta Espinosa de los Monteros. A la derecha quedan los montes que flanquean el valle de Mena, bonito emplazamiento, ya lindando con Euskadi. Nosotros seguimos dirección noroeste. Atravesamos las pequeñas localidades de Quintanaedo y Cuestaedo mientras pedaleamos tranquilos, sin prisa pero sin pausa, poniendo a punto las calderas de cara a la primera ascensión del día, que se halla cada vez más cerca. Llegamos a Espinosa y tomamos la carretera que conduce a pie de puerto, ya en las estribaciones de la montaña. Se respira otro aire, la meseta quedó definitivamente atrás, y en cuestión de kilómetros, sobre todo una vez alcancemos la cumbre de este primer e inaugural escollo, el paisaje cambiará por completo, dándonos la sensación de llegar a otro país. Así es el norte de la península, un mundo nuevo allende las montañas, una promesa de verdor e idilio para el llanero caminante que desde tierras castellanas se aproxima. En unos cinco o siete kilómetros se llega a un cruce que tomamos a mano derecha, comienza puerto. El otro ramal conduce al también célebre portillo de la Lunada. Ambos, tanto este de la Sía que nos disponemos a escalar, como el de la mencionada Lunada, deben su renombre sobre todo a sus respectivas caras norte, las cántabras, no siendo las burgalesas tan magnánimas. No en vano cuando se sube cualquiera de ambos puertos por dichas vertientes desde prácticamente el nivel del mar, ya sea vía Alisas y el Asón en el primer caso, o directamente desde Liérganes en el segundo, la resultante es un nada desdeñable desnivel salvado, que supera claramente los 1000 metros, lo cual es cosa seria para un puerto, ya se sabe; dato de consideración.

La subida arranca con un primer kilómetro al 7 % que se hace duro, sobre todo al principio. Nos esperan por delante unos siete de ascenso. Se nota el cambio de pedalada, viniendo de un terreno eminentemente llano, teniendo ahora que empujar con fuerza cuesta arriba. El contraste es manifiesto cuando la ley de la gravedad acrecienta su efecto. El paso del plano a la tendencia vertical se hace más acusado cuanto más lastre se acarrea; como resultante, la sensación de entrada es de marcada lentitud en el avance. Paciencia. Bellos los primeros compases del puerto, que discurren entre la frondosidad de la arboleda y la maleza, que otorga al asfalto un tinte sombrío, y que brinda un cierto refugio respecto a los rayos de sol, que caen con fuerza y cercanos a la perpendicularidad a estas horas, pasado ya el mediodía. Tras un par de enrevesadas curvas se alcanza una posición que ofrece una amplia panorámica sobre el entorno, constatándose cómo se deja tras de sí el valle por el que se venía desde Espinosa, así como el camino que conduce a la Lunada. Nos preguntamos cómo será la ruta hacia allá, quizás en otra ocasión lo descubramos…

Consumado el primer tercio de ascensión viene la parte central de la misma, en la que la pendiente suaviza, en torno al 4 %, lo que constituye un respiro de cara a los tres kilómetros finales, que vuelven a endurecerse para mantenerse constantes al 7 % de media hasta la cima. El asfalto serpentea por la ladera que lleva a la cumbre, pelada de vegetación en esta última parte. Se avista al frente el monte del Picón Blanco, hasta donde sube una escarpada carretera desde Espinosa, que tras llegar arriba confluye tras un corto tramo de bajada en lo alto del puerto que nos disponemos a coronar. Es otra opción de llegar al portillo de la Sía, notablemente más dura -consúltense altimetrías, para los más machacas-. Nos hubiera encantado acometerla, pero salvar sus agresivas pendientes hubiera supuesto demasiado tiempo, con lo que no finalizaríamos la etapa donde pretendemos, comprometiendo la hoja de ruta.

Hacemos alto al fin en el portillo, a 1236 metros sobre el nivel del mar, y justo tras atravesar la vaguada que constituye este paso montañoso se abre repentinamente un espectacular paisaje al frente, de un cariz manifiestamente diferente al que veníamos contemplando. En efecto, Cantabria es otro mundo, y desde este balcón en lo alto de la frontera entre dos tierras, se puede dar cuenta del verdor que inunda todo cuanto alcanza la mirada. Entramos en el país de las maravillas, por el que discurrirá nuestro viaje hasta su término, si todo va bien. Nos abrigamos un poco de cara al descenso que ahora comenzamos, gozando de las espléndidas vistas que brinda en todo su recorrido, hasta alcanzar en unos ocho kilómetros el cruce que conduce al collado de Asón o a Ramales de la Victoria, según se tome la bifurcación en uno u otro sentido. Vamos bien de tiempo, con lo que enfilamos rumbo al segundo puerto del día, si bien por esta cara por la que circulamos lo que tiene de subida es meramente testimonial, apenas un par de kilómetros y básicamente de falso llano. Eso sí, duelen y mucho, con el cuerpo frío y las piernas “de madera” debido al largo rato de bajada.

El collado de Asón se sitúa a 682 metros de altitud, y la cara por la que nos disponemos a bajarlo es la que otorga su renombre y celebridad a este clásico alto cántabro. Las panorámicas son poderosas desde el inicio del descenso, que arranca con un tramo “zigzagueante” de esos que enamoran, en los que en un escaso trecho se negocian varias curvas de herradura, mientras la carretera se precipita encajonándose hacia lo profundo del valle por el que discurre el itinerario. Un diez para el Asón, bien merecida es su fama. Larga bajada, de poco más de diez kilómetros, hasta llegar a Arredondo, después de transitar por zonas de denso bosque en la base del puerto, ya próximas a dicha población. En ella hacemos un alto para llenar agua en los bidones y hacer un tentempié que nos impulse de cara al verdadero segundo collado del día, el de Alisas, que desde aquí arranca en su vertiente sur, y para el que estimamos que tenemos tiempo de sobra, así como para llegar a dormir a Liérganes o periferia tras concluir abajo de su cara septentrional. Finalmente, parece que llegaremos a la meta más distante de entre las que barajábamos en un principio.

Reemprendida la ruta tras la merienda, enfilamos el camino. Dejamos atrás Arredondo, cerca de donde parte otra de las recién afamadas subidas que pueblan esta región del norte de la península, Los Machucos, cuya carretera en su fase inicial se divisa desde estos prolegómenos de Alisas. Nos hubiera encantado, al igual que con el Picón Blanco, catar esta otra colosal subida de porcentajes estratosféricos, pero no se puede tener todo. Hay que elegir, el tiempo es limitado, y las prioridades son otras. Seguimos.

Unos ocho son los kilómetros a través de los cuales se prolonga el alto que nos ocupa, cuyas rampas se mantienen constantes en torno al 6’5 % a lo largo de la práctica totalidad de su desarrollo, amainando en los dos últimos. La calzada es ancha, y de buen piso, y los paisajes que ofrece, bonitos, como no podría ser de otra manera, dejando a la izquierda el imponente macizo por el que se adentra la carretera de la mencionada subida a Los Machucos o del collao Espina, como también se la conoce. Llegamos arriba cuando la tarde empieza a declinar y el sol se dispone a realizar la postrera fase descendente de su diario periplo. De la otra parte del puerto, se contempla desde la cumbre, situada a 674 metros de altura, toda la amplia bahía de Santander, el mayor estuario de la costa norte peninsular, y el mar Cantábrico, que cierra el horizonte. Nos lanzamos cuesta abajo a recorrer los poco más de ocho kilómetros que constituyen la otra vertiente de este otro clásico del norte, para seguir llaneando por espacio de otros tantos hasta la localidad de Liérganes, donde llegamos alrededor de las ocho de la tarde, poniendo punto y final y dando por concluida esta segunda etapa.

Recorrido y perfil de la ruta.

Altimetría portillo de la Sía.

Altimetría puerto de Alisas.

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